Desperté. Todo había parecido un sueño, Inka, Dimoness, la misión que me habían mandado. Pero que me pasaba, no era yo, o eso creía, mi cuerpo ya no me hacía caso, ahora se movía para acabar la misión que Dimoness me había mandado.
- ¿Ank? ¿Pero...? ¿Pero qué estas haciendo? ¿Dónde vas? ¡Ank! Te juro que este chico esta mal de la cabeza...- Inka me agarró del brazo y siguió hablando.- Ank por favor, llevamos horas caminando, no ves que ya va quedando menos para llegar, por favor, para un poco, debemos descansar o nos ganarán.
- ¿Qué...? ¿Pero qué ha pasado? Inka, ¿dónde estamos? Dios mío, no me acuerdo de nada de lo que pasado desde que Dimoness nos mandó a haceresa misión... Necesitamos descansar... si, vamos a descansar, sabes una cosa Inka... creo que no deberíamos estar haciendo esto, ya que creo que Dimoness no es nuestra amiga, porque si no, sabría lo que pasó en mi vida anteriormente, si, lo que ves, antes de despertarme en aquella oscura habitación.
Inka se acercó a mí y me besó, entonces de repente, toda mi vida paso frente mis ojos.
Yo era el hijo de Kop, un antiguo jefe de Anxos, el equipo al que Dimoness quería matar, me separé rápidamente de Inka.
- Dios Inka, acabo de ver pasar toda mi vida por delante de mis ojos, soy uno del equipo de los Anxos, pero tú no estabas en el.
- Lo siento mucho Ank, pero yo también e visto toda mi vida por delante, soy la hija de Joshep, la hermana de Dimoness, no soy de tu grupo, soy mala... vete, no quiero acabar con tu familia, lo siento mucho, pero tienes que reunirte con los Anxos y prepararos para nuestra llegada, intentaré que Dimoness no quiera ir a mataros, pero por favor, cuidate.- me dijo Inka despidiendose con lágrimas en los ojos.
Me senté. No podía ser, Dimoness me había secuestrado, yo era un Anxos. No me lo creía, todo esto era falso, me habían secuestrado y separado de mi familia, pero eso no se iba a quedar a sí, Dimoness y Joshep lo iban a pagar, y eso sí, los Anxos saldríamos ganadores y Inka... bueno, Inka seguirá siendo lo que es, pero no hará nada malo a nadíe.
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